Tras ver la estética de Plotino, el filósofo Jedi
neoplatónico, terminamos el periodo correspondiente a la antigüedad en nuestra
historia de la estética. Pasamos así a la Edad Media, la cual comienza con San
Agustín, quien pasó de ser un mujeriego y juerguista retórico pagano a un santo
obispo de la Santa Iglesia, bueno fue más que eso, fue uno de los Padres de la
Iglesia.
Historia de la estética San agustín
San Agustín
Distintos conceptos de belleza
Aunque no es mucho lo que se sabe al respecto, lo cierto es
que en las Confesiones hizo mención a dos conceptos de belleza que aparecían en
una obra suya hoy desaparecida. El título de esta obra era De pulchro et apto.
Allí distinguió entre una belleza de las cosas en tanto que forman un todo y
otra belleza de las cosas en tanto que son partes de un todo.
La metafísica de San Agustín
Al igual que ocurría con Plotino, San Agustín integra su
teoría del arte en una concepción metafísica de corte neoplatónico. Su
metafísica se asienta sobre cinco conceptos básicos: unidad, número, igualdad,
proporción y orden. El concepto más básico de la lista es el de unidad, es
básica tanto si hablamos de la realidad como si hablamos de arte. la igualdad,
la proporción, la medida y el número surgen a partir de la semejanza. Estas se
originan gracias a que, por un lado, existen cosas individuales (“unos”) y, por
otro, la posibilidad de compararlas, identificándolas por relaciones de
semejanza.
Por su parte, el orden surge a partir del número, entendido
este orden como ordenamiento de partes iguales y desiguales en un todo, el cual
está integrado conforme a un fin. A partir del orden surge un nuevo nivel de
unidad, emergente respecto de las totalidades heterogéneas que se armonizan o
disponen simétricamente a través de ciertas relaciones internas de semejanza
entre las partes constituyentes.
El juicio estético
Una de las cuestiones más interesantes tocadas por San
Agustín, que de santo tenía poco, es la del juicio estético. En primer lugar,
según el obispo de Hipona, la percepción de la belleza conlleva un juicio
estético de carácter normativo. Es decir, percibimos los objetos y los juzgamos
en función de lo que deben ser o no deben ser, en función de que estos estén
ordenados o desordenados. Ahora bien, ¿cómo sabemos que aquello que se percibe
está ordenado o no, conforme a cómo deben ser las cosas? Desde luego, la
percepción no responde a esta pregunta. Para San Agustín llevamos, como
espectadores de obras de arte, un concepto del orden ideal y perfecto, el cual
nos ha sido dado por la “iluminación divina”. Dado que el fundamento del juicio
estético es, en última instancia, la inspiración divina se acepta… los
cristiano creyentes ortodoxos aceptan o estarían dispuestos a aceptar, que el
juicio estético es objetivamente válido.
San Agustín y la verdad en literatura
San Agustín propuso en sus Soliloquios (387 d. C.) una
distinción entre los diferentes tipos de engaño o mentira. Distingue entre las
ilusiones, las simulaciones y los personajes de las ficciones. Estos últimos
son irreales pero pretenden serlo por la voluntad del poeta, no del personaje
mismo, que carece de voluntad.
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